Como ya sabemos, todas las emociones tienen una función en el ser humano. Para explicar el sentido de las emociones y de la culpa nos hemos basado en el artículo citado al final del post y os trasladamos el cuadro que explica brevemente la función de las emociones.
EMOCIONES: FUNCION
Ansiedad: evitar un peligro
Tristeza: solicitar ayuda
Ira: defender o atacar.
Culpa: hacer consciente al sujeto de que se ha hecho algo malo. Facilitar los intentos de reparación.
Etc.
La culpa es un afecto doloroso que surge de la creencia de haber transgredido las normas éticas personales o sociales, sobre todo cuando se ha hecho un daño a la otra persona. La conducta que genera culpa puede ser interna o hacer referencia a elementos más externos.
Según algunos autores (Pérez Domínguez, Martín-Santos, Bulbena y Berrios, 2000), la culpa consta de tres elementos:
-el acto causal, que puede ser real o imaginado.
-la percepción o valoración que hace el sujeto (mala conciencia).
-la emoción negativa derivada de la culpa (remordimiento).
Es diferente de la vergüenza, ya que ésta es una descalificación de uno mismo (por ejemplo, soy mala persona) y supone un obstáculo para cambiar, ya que supone que uno tiene una cualidad interior negativa. La culpa, por el contrario, no tiene ese obstáculo, ya que supone que uno ha hecho algo malo.
A la hora de abordar la psicopatología, en la consulta, es mucho más difícil de tratar con la culpa referida a la forma de ser de uno (soy un desastre) que la culpa cuando se refiere a una conducta concreta. Un comportamiento puede ser reparado pero la culpa intrínseca no.
La culpa es sana cuando la persona siente pesar y arrepentimiento y se plantea subsanar los actos cometidos para sentirse mejor.
En los pacientes, sin embargo, puede aparecer la culpa anormal o la considerada patológica. La culpa puede ser anormal por exceso o por defecto. Siempre hay una distorsión de la conciencia de la situación.
Suele aparecer la culpa por exceso en la depresión y en los trastornos obsesivos (o derivar en ellos). La culpa aparece asociada a pensamientos sobrevalorados e, incluso delirantes, que poco o nada tienen que ver con el acto negativo. La culpa es muy intensa y tiene que ver con incidentes triviales o actos leves del pasado, es decir, la persona se siente culpable sin haber hecho algo objetivamente malo o sin saber porqué. Esta culpa es destructiva y escapa al control del paciente, impidiendo disfrutar de las alegrías de la vida. En la depresión, cuando hay personalidad obsesiva, la culpa viene acompañada de ideas de desprecio hacia uno mismo e, incluso, está más presente la vergüenza que la culpa.
Por otro lado, también existe la culpa anormal por defecto, que es lo que sucede en el trastorno antisocial de la personalidad (psicopatía) y en la personalidad paranoica, donde no se siente arrepentimiento ni compasión hacia las víctimas a las que se hace daño (Corral, 1994); Garrido, 2000).
Otra forma anómala de culpa es la que sienten las víctimas de un delito o de una conducta inapropiada. Generalmente la base de esta culpa está en no haber adoptado medidas preventivas. También se da el caso de que la sociedad tiende a culpar en parte a las víctimas de la conducta dañina y éstas pueden interiorizar esas normas sociales.
El dolor puede combatirse con analgésicos, pero la culpa no (Harder, 1995).
**Basado en:
Echeburúa, E., Corral. P., Amor, P.J. Estrategias de afrontamiento ante los sentimientos de culpa. Análisis y Modificación de Conducta, 2001- Nº116. Volumen: 27. Págs. 905-929.