Cuando existe una adicción en una familia o pareja pueden suceder problemas paralelos que tienen que ver con relaciones de dependencia. He tenido la experiencia de vivir algunas quejas de personas que no entienden cómo su madre dejaba volver a casa su padre a pesar de todos los problemas de alcoholismo y violencia en su hogar, o al revés (de un hombre hacia una mujer). O parejas que no consienten el comportamiento del miembro adicto, pero no son capaces de separarse o de lograr una mejora significativa.
Hay un término que puede explicar este fenómeno: la codependencia. Es un patrón de comportamiento que se caracteriza por el mantenimiento de una relación de dependencia afectiva con una persona que, a su vez, es controlada por un objeto de dependencia, que puede o no ser de tipo afectivo (Pérez y Delgado, 2003), por ejemplo, una sustancia o una adicción. Estos mismos autores señalan que se trata de un tipo particular de vinculación entre personas caracterizado fundamentalmente por dependencia afectiva (Pérez y Delgado, 2003). Dentro de esa relación, el consumo de sustancias es una condición más bien accidental pero que agudiza los problemas en la relación. No obstante, aunque el consumo sea algo que parece accidental y la variable más importante es la dependencia afectiva, la codependencia puede contribuir a mantener esa adicción. Ya veremos más adelante cómo.
Hace años parecía que este fenómeno de dependencia se daba más en mujeres, esposas, madres, etc. En la actualidad, los estudios parecen indicar que el sexo no tiene una influencia tan significativa como se creía. Tampoco es una patología, más bien se trata de un patrón de comportamiento.
En el caso de las sustancias psicoactivas, el comportamiento del consumidor es controlado por el comportamiento de la otra persona (del codependiente) y viceversa: la persona codependiente convierte al consumidor en su principal prioridad y vive en función de él (ella). En otras palabras, se impone como objetivo fundamental solucionar la dependencia del consumidor y en este esfuerzo lo protege. La atención que le ofrece el codependiente al adicto se convierte en una “ganancia secundaria” para él, que mantiene su consumo (aunque existen más factores que lo mantienen también)
En la consulta de un psicólogo (especialista en adicciones y codependencia), se puede iniciar una intervención si se observan factores de riesgo que pueden contribuir a mantener vínculos caracterizados por dependencia afectiva.
En respuesta a los casos que planteábamos el principio de este artículo, es decir, ¿por qué el codependiente sigue comportándose así, dado que no consigue que el otro evite el consumo? ¿Por qué el codependiente vuelve a “perdonar” al adicto, le da nuevas oportunidades, no consigue que abandone la adicción? ¿Por qué actúan de forma tan dependiente?
Puede haber varias explicaciones que aún están explorándose, no obstante, me he tomado la libertad de señalarlas aquí:
-Existen ganancias secundarias (atención al adicto, dependencia, cuidados, sitio donde dormir, comodidad).
-El logro ocasional de pequeñas mejoras que parecen prometedoras.
-El temor a consecuencias peores si se le abandona.
-Sentirse, en algún sentido, responsable de lo que ocurre.
-La ocurrencia de períodos de abstinencia intermitentes que el codependiente puede asociar a algo que él ha hecho o ha conseguido. (Pérez y Delgado, 2003).